Por los que nos necesitan

Aunque mi idea del blog sea compartir con vosotros temas agradables sin entrar en asuntos espinosos, hay veces que es necesario utilizar la plataforma para plantear situaciones graves, dramáticas y reales. Adoro la Navidad, desde la decoración, la música, el ambiente, todo. Desgraciadamente, hoy en día andamos tan sumergidos en nuestros problemas que resulta complicado dedicar tiempo a nuestro alrededor. 

Desde que tenía 11 años he estado implicada en mayor o menor medida en ayudas a los demás, pero desde siempre hay familias con tremendos dramas. Hay que reconocer que hay muchas familias españolas y no españolas que lo pasan mal, no solo en Navidades, sino todo el año, viven con dignidad, intentando llevar su vida lo mejor que pueden, pero sufren. Creo que hay más repercusión para ciertas organizaciones que ofrecen una ayuda incalculable en países con grandes necesidades, que en otras organizaciones que facilitan la carga de muchas personas en España, no sólo inmigrantes. Es cierto que la situación económica actual no está como para que podamos ir colaborando económicamente, pero hay muchas formas de colaborar. Y a este punto es al que quiero llegar. Podemos estar atentos a mercadillos benéficos en los que compramos algo que nos guste para nosotros, o para regalar y al mismo tiempo estamos contribuyendo. La guapísima María León nos informa de algunos que ella ha organizado, por ejemplo.

Hay cosas que no tienen precio, ir a pedir a las casas, organizar recogidas de juguetes, sacar a pasear a ancianos o simplemente darles conversación, atender a niños marginados, visitar a enfermos sin familia en hospitales, preparar paquetes de comida o clasificar ropa, ¡no nos cuesta nada! y vale mucho. Cuantos más seamos, mucho mejor, siempre mejor. Si hay en particular una labor en la que os gustaría implicaros, sólo tenéis que acceder al portal de ONGs y buscar en el directorio. Hacerse voluntario es un regalo más incluso para nosotros que para ellos que nos necesitan. Por defecto, siempre podéis acudir a vuestra Iglesia más cercana y seguro que están encantados de contar con vosotros. De verdad, no es más que dedicar alguna tarde de las muchas que se pueden pasar en casa sin hacer nada o tomando un café, o un rato el fin de semana. Saldréis ganando. Es maravilloso y es una ayuda que no piden pero que sí necesitan

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