Y entonces llegó el oasis


Semanas caminando sola en el desierto, dunas y dunas cada vez más densas de arena me hacen sufrir la soledad, el hambre que ya ni recuerdo, la sed y mi piel blanca se ha convertido en esparto rojizo, áspera, reseca... no hay nada, sólo estoy yo, abatida. 

Agotada veo con agnosticismo cómo se erige ante mí el mayor oasis que haya podido ver en mi vida (y también el único) es magnífico, majestuoso. Tiene palmeras, cocoteros, frutas,  muchas plantas y aves exóticas, todo muy verde; un lago con aguas verdosas que tiene propiedades curativas es lo que me hace plantearme si realmente existe esta estampa o soy víctima de mis propias alucinaciones. Y llego a cubrirme por la sombra de las palmeras cuando empiezo a sentir una paz interior indescriptible. Después de caer dormida completamente exhausta, empiezo a dar mi amor y dedicación a aquel lugar en el que planteo pasarme el resto de mis días. Me dedico a limpiar las hojas de las palmeras, replantar tallos en sitios nuevos, convirtiéndonos en una unidad: doy y recibo y el oasis me expresa que me aprecia, quiere que me quede. 

Cada cierto tiempo vienen expediciones, sedientos, ansiosos por comer y descansar y dejan siempre el oasis hecho un asco... cada vez que regresa un grupo, el oasis da lo mejor que tiene: las mejores frutas, el mejor agua, la más reconfortante tranquilidad, pero acaba igualmente mal cuidado y sucio. Tras mis largas jornadas allí y ante mi desconcierto le pregunto porqué da tanto cuando no le muestran gratitud; yo, en cambio que adoro el lugar, me esfuerzo por dar lo mejor de mí para cuidar el oasis y cada vez sufro más cuando veo el maltrato que recibe. La naturaleza es sabia: estoy convencida de que es difícil que alguien valore y aprecie tanto como yo la calidad y belleza del entorno, así como las atenciones que le profeso y espero que el oasis de mi vida se dé cuenta y sepa dar siempre, porque es generoso, pero en su justa medida y no derrochando tanta amabilidad como hasta ahora lo ha hecho. 

Mientras me dispongo a ponerme el turbante, pienso: por favor, no me obligues a marcharme de aquí, soportar cómo te menosprecian me es imposible... 

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Hola Eau de Blog,
Créo ser la mejor parte de nuestras camiñadas quando llegamos el oasis. Una sensación de alivio y nueva esperanza.
Un bello blog y interessante!
Cordial saludo
Geraldo
CutreBryny ha dicho que…
Hija, ya creiamos que te habias perdido en el oasis, que hacia mucho que no te veiamos...
Patri Jorge ha dicho que…
...para dunas, las de mi tierra! Un besote guapa