
No iba vestida de fiesta para el fin de semana. Prescindió de pendientes y collares y sólo le bastó su melena lisa y un poco de rimmel y brillo de labios para ser la tentación de la noche. Su vestido era de punto, a la caída y ceñido al cuerpo, manga larga y por la rodilla, tapando sus piernas con botas altas. Un escote y sus ojos fueron lo más tentador que hizo aparición en los pubs de moda. Sonreía con naturalidad mientras le preguntaban sin cesar qué le apetecía beber.
-Un gin tonic. Gracias.
Y con esa sencillez, elegancia y sensualidad natural despertó todos los deseos masculinos y envidias femeninas de la noche.
Comentarios
Un relato muy bonito...