
Recuerdo bien la mañana en la que te conocí.LLevaba un vestido vaquero de peto, mi pelo rubio, liso como siempre con una diadema y unos tenis rosas.Parece ser que no podía subir a darte la bienvenida porque yo era muy pequeña, pero papá me cogió como a una muñeca y subió los escalones de tres en tres.Llegué a la habitación y era fácil distinguir el olor a polvos de talco.Mamá estaba muy rara, pero con los ojos muy brillantes y sonriente me dijo: -Ven, ven, ¡mira! y como la que descubre un tesoro secreto, destapó la mantita en la que estabas envuelta. Qué rosita, qué arrugada, tan tranquila...Qué guay, para empezar, ya la primera impresión fue buena.Después con los años, se hizo evidente que eras mi cómplice de juegos; dudo mucho que unas hermanas perdieran más veces la noción del tiempo jugando con las Barbies que nosotras.
Y ahora eres grande, más grande por dentro que por fuera y sé que sin ti no sabría vivir.Nadie me conoce como tú y a nadie necesito tanto como a ti.Quiero que sepas algo que le conté a mamá por teléfono hace unos años; cuando yo vivía en Alemania, le dije que la persona a la que más quería era a ti.Te quiero mucho, Cristina, eres muy importante para mí.
Muchas veces soy muy torpe y no logro demostrarlo, pero bueno, da igual: siempre estaremos juntas.
¡Feliz cumpleaños!
Comentarios